lunes, 30 de septiembre de 2019

Las feministas de mi generación, también nos disfrazamos de cheerleaders

Dedicado a todas las mujeres , y hombres, que cada día me ayudan a ser mejor.  



Se están convirtiendo en alertas tempranas, rosados precipicios, colinas que frisan lo indecible, 
las notas que se despiden de la vida, en medio de las redes sociales. 

Una amiga que forma parte de mi familia, me dice que quizás todo se relaciona con el arte de 
pensar, insistir martilladamente diez mil veces sobre lo mismo, obsesionarse con una idea, 
dejar de crear. 

Yo siento que la verdad fluye cuando no existen barreras visibles, y que el deseo-No envuelto 
de mentira, estadística pura, deshonestidad, o fracaso-es la fuerza inmedible, que se deshace hoy en sociedad. 

Este fin de semana escuché dos elogios enreverados. Un tipo al que respeto intelectualmente cometió-Fruto de sus traumas-el error de con ninguna sensibilidad decirme: “Es que una mujer como tú, en Guayaquil sólo va a encontrar hombres casados”, y otro, sin ningún recato me llamó “Alevosa”, porque acertada o no, creo que puedo decidir.

Me parece, como dice una amiga psicoanalista, que de todo evento se deben mirar los deseos y motivaciones que en nosotros suscitan las acciones, y debo reconocer que yo, me he sentido atraída por animales que marcan su territorio a la conveniencia de una serie de complejos de Edipo mal resueltos, de esos que pululan en nuestra sociedad.





Mis queridas activistas de “Rescate animal” dirían que somos animales humanos, y no dejan de tener razón.  Creo que en medio de un momento difícil, escuché una opinión sensata, repetida por segunda ocasión, por uno de estos salvajes animales.



 La primera explicación coloquial y acertada que oí,  sobre el machismo, la escuché en medio de un periódico sensacionalista donde me encontraba laborando, allí, en medio de preguntas que nos apasionan a los periodistas, como: "Y por qué en los barrios más empobrecidos, no emplean todos los dispositivos gratuitos que ofertan los planes de educación sexual",  los chicos narraban el ritual del morboseo en medio del suburbio guayaco: 




"De chiquito pasa una man guapa, y los mayores te dicen que si no le silbas a las mujeres, eres maricón".


La explicación sensata que me dio el animal número I-Todos siempre tenemos algo de luces y sombras, en medio del diálogo- era que a ciertos hombres les enseñan en este país (Él lo reconocía como su caso) que el cuerpo de las mujeres es algo que pueden portar, como si un arma fuese. 
  
Palabras pronunciadas por un tipo seudo deconstruido, dirían mis amigas feministas,  de esos que te llaman “Altanera” porque tienes opiniones propias, y consideran como una expresión de intensidad, los celos porque en todo el historial de su vida, se ha cambiado de pareja como de pantalón.  



Un asunto que no quiero juzgar, y pertenece cada uno, pero que en todo caso, la opinión sobre estos menesteres amorosos,   se construye desde la mirada más personal, y entre dos, y si creo que puede ser motivo de preocupación sensato, en todo caso, algo privado-Al final, uno decide con quien quiere, o no estar- como lo es el divorcio de dos activistas abanderadas  del "Matrimonio civil igualitario", aunque nos cueste tanto separar la militancia en Derechos Humanos, de la vida pasional.






Creo que al final, ninguno de nosotros debe renunciar a su deseo-De encontrar el amor, o el divorcio, en el camino-y que todos los mal casados del mundo deberían empezar a pensar que quizás las mujeres solteras,  como nosotras, no queremos ser un saco de cuernos, e infidelidades, que en esta vida suenan ya a desenfreno, a tonada cotidiana, a lugar común.

Las adicciones-El placer en el bolsillo, como lo entendía Freud-lo son de todo tipo, y hay gente para la que un sentimiento sincero, es una pila de basura, en un país donde ni siquiera existe el reciclaje.  



Creo que la gente puede tornarse adicta al cuerpo, aunque socialmente, esté pemitido.

lunes, 19 de febrero de 2018

#NeverAgain o el nuevo movimiento pacifista norteamericano

Vivimos mirando en la televisión el sinsentido. 

El jueves pasado recibí una imagen que sin quererlo me hizo llorar, era el dibujo de una calavera mexicana armada con manos de robot, que flota implacable en una nube diminuta. Conozco a una niña latinoamericana que representó así la matanza en una escuela cercana a la suya. Poco y nada más puede hacer con su dolor. 

Sin frontera visible ante la matanza, sólo la separan dos millas de la desgracia. Ella dice que el día del atentado en su escuela se apagó la vida normal de la escuela, corrieron a esconderse los pequeños bajo los pupitres, esperando lo irremediable, mientras las luces de los móviles se encendían sin interrupciones, transmitiendo mensajes algo esperanzadores en medio de la penumbra:  "Estoy bien, hermano" le escribían a su vecino de banca". Todos los que tienen a sus seres queridos estudiando en un establecimiento público lloraban contemplando a la muerte,  cercana a su centro de estudios.


A la pérdida de vidas absurda y sin frenos, nos hemos acostumbrado todos, como si el mundo tuviese que ser un espectáculo de lobos comiéndose a otros seres humanos,  mientras la vida transcurre en silencio, en democracia, con niños sentados como prófugos del fracaso institucional, consumiendo su miedo. 


Crónicas, vídeos y lamentos sobre un fenómeno que a duras penas podemos comprender en su totalidad. Con 18 tiroteos a cuestas, el 2018 parece un western guerrero de estudiantes, protagonizado por jóvenes que disparan rifles y fusiles comprados en el supermercado. 

Del otro lado, una suerte de movimiento pacifista se toma los medios de comunicación y las redes sociales. Un tuit emitido por una chica que ha cumplido los 16 años, pidiéndole explicaciones a Trump, generó ya 600.000 muestras de apoyo. 

Ven a decirme en mi cara que no recibes dinero de la Asociación Nacional del Rifle le gritan frontalmente los jóvenes, en medio del duelo y el terror, al presidente del país más poderoso del mundo, un hombre pelirrojo y bien vestido que ofrece sus condolencias a un grupo de muchachos. 

Si la escuela secundaria puede ser un lugar donde incubar la adolescencia, en medio de tiroteos y amenazas, no hay como escapar de esta película de terror.

¿O sí? 



Hoy, mientras replicaba los mensajes que el grupo de chicos emite en todas las entrevistas y redes sociales: "Más control de armas" muchos amigos-Treintañeros bien intencionados como yo- me decían que no existe esperanza, que el mercado de las armas mueve dinero en demasía y que quizás debamos acostumbrarnos ya a la cobertura noticiosa como sublimación ante nuestro ácido desconcierto.

Cruz, el asesino, hijo adoptivo de una familia cualquiera, escribía mensajes racistas en Instagram, se dibujaba en palabras y videos de youtube como un futuro pistolero contemporáneo, con un historial depresivo a cuestas, sufriendo la muerte de sus padres. 

Al parecer-Dicen sus ex compañeros-lo invadía una capacidad escandalosa para el aislamiento. Finalmente mató a 17 jóvenes y sin quererlo, despertó al movimiento pacifista norteamericano, encarnado en los rostros de un grupo de padres, adolescentes y profesores. Sus vecinos le grabaron disparando afuera de la casa. Sin control. Un sistema estatal que parece no contemplar las señales más públicas. Este jovencito, con su historia perturbadora en las redes sociales y una denuncia previa a la policía a cuestas, mantenía un rifle guardado en su casa. 

Los sobrevivientes de esta masacre, llorando sobre sus amigos a quienes vieron caer, manchando de sangre los corredores colegiales, decidieron marchar contra el libre comercio de armas de guerra. 

De seguro se esconden muchos motivos detrás de los asesinatos y la crisis de la masculinidad a la que apuntan un par de autoras se alza en medio de un mundo que lanza proclamas como formas de identidades totalitarias, casi nuevas religiones, sin embargo, en medio de tantas iniciativas simbólicas, después de innumerables tiroteos, un grupo de jovencitos decide alzar su voz y exigirle a su gobierno que la guerra cese en los colegios. 

Su valentía-Como a miles de personas-me conmueve. También tengo ganas de apoyarles y gritarle a Donald Trump: #NeverAgain

viernes, 23 de junio de 2017

Categoría A en banalidad y moralina: el baile de la silla y el rector


Observó, con las piernas cerradas, pensando en la pornografía, a los vecinos de al frente.

No, en realidad no tengo pensamiento alguno dedicado a la pornografía, a los derechos de cuarta generación-Los informáticos-que allí se gestan, porque yo, soy una persona decente.

Soy tan decente que condeno al rector de una universidad porque contempla, inmóvil, a una mujer atractiva, danzante de algún ritmo de moda, mientras él se divierte.

Categoría A en diversión y Z en moralina frustrada para todos los que critican sus pasatiempos.

David Bowie canta Lets dance“ ” mientras escribo, y sonrío indignada, ante el conservadurismo que nos invade. 

Porque al menos  yo, con el video, sólo me reí. Declaraciones van y vienen, la fiestita se realizó en el Malecón del Salado, con fondos privados: sí, privados, aunque nos guste repetir las versiones iniciales de las redes sociales, olvidando la máxima del periodismo, nosotros, emisores y receptores: preguntarle a todos los involucrados antes de sacar la conclusión de su corrupción, gordura horrorosa o peluconería causante de todos los males.


El totalitarismo es-Ante todo-Videopolítica y una forma de discurso que nace de la cultura. Por eso siempre se culpa a las víctimas.

Nos entretiene el chisme, pero al menos a mi, me indignan otras cosas, las noticias sobre la selva y el Yasuní, me interesa con cierta profundidad la defensa que hacen los indígenas de su territorio, aun me sorprende la burla de la clase media para con un dirigente indígena que llevaba la cara tiznada de negro,  las palabras de la concejala Daniela Chacón diciendo lo que todos sabemos sobre el transporte público y la maldición del morboso en sus filas, o las noticias sobre niños violados y más de sesenta mujeres asesinadas en lo que va del año.

Esos hechos le competen a la política pública. 

¿El baile de la silla y el rector?


Fruslería privada, chiste o motivo de burla. 

Que lance la primera piedra quien se considere a si mismo, Miguel de Unamuno.  Porque un bailecito-Los valores estéticos son menores-no violenta la autonomía universitaria.

 Los ogros filantrópicos y los Vizcondes demediados legales, saben como entretener a sus audiencias. 

sábado, 10 de junio de 2017

Un ángel sosteniendo una espada en la puerta del infierno



El problema es que la mujer encerrada-Sin llave o cerrojo-en el cuarto dieciséis, no tiene nada en su cabeza, aparentemente es solo una mujer extraviada por su empatía, la  salvamos de la muerte, casi aterida de frio, preguntando direcciones, tratando de vaciar su cabeza, balbuceando idioteces y ahora-Finalmente y gracias a las animaciones japonesas- se quedó callada.

Sin pensarlo mucho, el doctor rubio, abriendo su boca  en medio de la soledad-Al principio, ella pensó que se trataba de un  ángel que sostiene una balanza en medio del infierno-le dijo que asistir a un programa de televisión-En su estado-sería una completa imbecilidad:

-No puedes abandonar tu cuarto pequeña guapa, simplemente no sucederá porque sólamente los idiotas visitan estos parajes fríos y calientes, inaccesibles para los ángeles nazis como yo. 

El ángel exterminador-LuisBuñuel

Ana-La mujer que dejó el mutismo- le devolvió la mirada, pensando si tendría razón o quizás, el olvido permanente de su condición cotidiana sería un muro grande y suficiente para contener su maldad.

Equivocada como siempre, dos meses antes abandonó la oficina imperial de la presidencia de la República. Esta le costó demasiados quebraderos de cabeza, destrozar el amor del tipo-Tan hermoso y lleno de verdades graciosas, podría significar su muerte- ¿Por qué? La razón era sencilla, el doctor ignoraba el destino de sus huesos, un día aseguraba que habría de partir mañana, al otro que cinco días después y al final, todos los recuerdos vinculados al desamparo, se torcían frente a sus ojos, rompiendo su pequeño y casi desconocido rostro, permitiéndole olvidar.

Vestida con una bata de lino crudo, Ana decidió escribir algo que se le antojara hermoso-Un poco más que la pared  y algo menos que la penumbra- quizás comparable con la belleza de este hombre que jamás habría de tener,  y que en fondo, no pretendía poseer nunca, porque la vida le permitiría conocer a otros, menos espectaculares o idealizados, más terrenales o muertos, pero ella siempre-Comiendo un guineo y escuchando a Billie Holiday,-esperaría que este hombre perfecto, torciera el camino de su emoción. Sin una lanza, como las comparsas del cineasta brasileño Glauber Rocha. Con la certeza que da el final de la vida, trastocada por una comparsa de danzantes. 


II

Hace doce años, Ana decidió que su carrera universitaria debía terminar en la oificina de la presidencia de la República, una historia que al final ya no tenía sentido: lo consiguió y ahora se arrepentía de sus fatídicos deseos.

Christian  Wills se enamoró de esta mujer desbaratada, abandonando su regazo un mes después de intercambiar fotografías, una hermosa y rosada sombra gigantesca, la piel delicada de su terrorìfica adolescencia y una promesa de mentiras: la migración terminó separando lo que el amor jamás empezó a pegar.

Separada de la maldita Presidencia de la República, Ana retomo sus pésimas y malas costumbres de animal meditabundo: dejar de pensar, rumiar la melancolía en torno al  doctor de turno y permitir a su imaginación el olvidar todas las maravillas que su alma escondía: sí, su alma inmortal, esa que mataría pronto, regalaría en un archivo postal o dejaría encargada en un bolsillo de la camisa blanca y almidonada del doctor.

Notando la inconsistencia del discurso-El doctor no era muy experto en meterles cuento a las mujeres-y reconociendo que Guayaquil es una ciudad extraña, la mujer resucitó a todos sus muertos, personajes de anime, robots y pelìculas francesas esa noche.


La ocupación nazi no vence a la resistencia francesa en mi historia. Y todos sabemos que pronto, te veremos simbólicamente morir. 

jueves, 7 de abril de 2016

De como ingresé a las #CasasColectivas y regresé para contarlo




Todos me dijeron que me aleje, que no visite las casas colectivas. Adoro las antiguas viviendas cuencanas, con su patio central rodeado por pasillos que reciben la luz y la muerte tranquila de la tarde y no quise perder la oportunidad de conocer este bien patrimonial de Guayaquil.

Desde afuera, sólo se ven dos grandes bloques de cemento, rodeados por la creencia popular de misterios y leyendas de terror: son peligrosas la colectivas, repetimos siempre. Pude acceder a una maqueta dibujada de la casa, que me mostraba los patios centrales y con mi cámara de fotos, decidí recorrer sus pasillos interminables de laberinto ciego.

La preocupaciòn ha regresado al espacio: todos hablan de la amenaza de desalojo que pesa sobre sus cabezas.  La representación local del estado asegura que ya llega, para recuperar este bien patrimonial: para la ciudad. 

¿Y la gente que vive en las colectivas, llegó de Marte? 




Antes de ingresar a estos edificios, me movían la curiosidad y una razón distinta, visite las casas colectivas porque soy periodista y trabajo en una organización que intenta ayudar- Junto a muchos voluntarios- a las personas, para que se respeten sus Derechos Humanos cuando existe un conflicto. 

No somos perfectos, menos infalibles, pero creo que todos tenemos la buena intención de alcanzar la paz en la sociedad, en la medida de nuestras posibilidades.

 Temía encontrar lo peor al interior de esta vivienda pero me topé, en estas casas, con cuatro patios internos hermosos y una edificación que merece una mejora en su fachada y estructuras. Se trata de la primera casa colectiva de la ciudad y, ahora para mi, un ejercicio para darme cuenta de que la realidad siempre es mucho más compleja que nuestro discurso.

Esta experiencia me regresó en el tiempo, a la universidad.  Al cumplir 18 años, descubrí ahí  que la comunicación que yo emitía diariamente, traspasaba los límites del modelo “Emisor-mensaje-receptor”.

Mi profesor-Sí que tenía paciencia-nos enseñó que durante la emisión de la propaganda nazi-Sí, los documentales con los niños rubios y las mujeres sonrientes al Fuhrer que contrastan con los graciosos pero terroríficos relatos de Brecht en “Miserias del tercer Reich”-inspiraron la “Teoría de la bala mágica”. Algunos autores consideraron que los alemanes, creyeron toda la propaganda nazi, gracias a una gran acción comunicativa maquiavélicamente bien elaborada por parte de los emisores de dichos mensajes.


Sin embargo, las condiciones sociales y los referentes que tenemos en nuestras cabezas al momento de de-codificar un mensaje, tienen un papel fundamental en nuestro rechazo, aceptación e incluso, comprensión del mismo. Somos únicos e irrepetibles y difícilmente vamos a comprender un mensaje de forma idéntica. 

¿Recuerdan cuando en la infancia jugábamos al teléfono y el mensaje de “Tienes cara de muñeco” terminaba convertido en el sexto receptor en: “Chucky el muñeco diabólico”?


Regresando a Hitler, a ese juego del teléfono entre la propaganda y las audiencias votantes, Alemania, hundida en la desgracia de sus perdidas belicas, afectada por cambios económicos y derrotas en su orgullo de nación, se vio enfrentada a un régimen que apelaba a las diferencias para segregar, proponer el odio como mensaje y así generar identificaciones. Generó ciertos cambios en la política económica, además. 

La comunicación genera identificaciones y las audiencias realizan mediaciones con los mensajes. A pesar de la propaganda, muchos ciudadanos escondieron y apoyaron a los judíos, salvándolos de una muerte segura. Otros, quizás no lo hicieron por miedo a enfrentar una detención en una sociedad que Brecth retrata como el espacio idóneo para los delatores, soplones y traidores.

Yo pensaba que las colectivas eran un lugar, solamente, peligroso porque así me lo habían comentado, sin embargo, ahí descubrí familias que cuidan y mantienen sus viviendas en perfecto estado, trabajan y se parecen mucho a ustedes y a mi. 

Ellos no niegan la existencia de una posible deuda pero le piden a la Gobernación que  se realice un convenio de pago-No sería la primera vez que una institución pública actúe de esa forma-para saldar lo que deben y no perder sus casas.

Las casas colectivas se encuentran rodeadas por un discurso que aplana el todo por una parte. Desde nuestra pequeña oficina de Derechos Humanos, nos unimos al pedido de estas mujeres, hombres y niñas que viven con sus animales y quieren ser escuchados, llegar a un acuerdo, mejorar la estructura y fachada de la casas, y alcanzar así algo que nos une a todos: el anhelo porque la cultura de paz sea una realidad entre nosotros.





lunes, 21 de marzo de 2016

¿El cuerpo de las mujeres ya es de todos?


Visitando a su primo, detenido en la cárcel, Ana se enamoró de un recluso español, allí encerrado por haber cometido el delito de  micro-tráfico, con estupefacientes.

Como un personaje de Pedro Almodóvar,  suelta de lengua para explicar su situación y muy predispuesta a tomarse los hechos con picaresca tranquilidad,  ella esperaba que su novio, cumpliera la condena.

Mientras lo visitaba, Ana  asegura haber sufrido pequeñas vejaciones que denunció ante el CDH en 2014. Así la conocí, mientras documentábamos la situación carcelaria junto a un profesor de Antropología, como parte del pro-bono que realizamos en la institución.

Cuando nos visitaba en la oficina, sonreía y siempre contaba anécdotas graciosas sobre su amor atrapado entre rejas. Pero su gigantesca sonrisa se quebraba, al describir lo que parecía ser una invasión a su cuerpo. Ella denunciaba, asqueada, el recorrido de un objeto en su intimidad.

En 2014, ella formalizó una denuncia ante el CDH porque ya no soportaba lo que llegó a describir como una sucesión de hechos desagradables, en la puerta de ingreso, para ver a su pareja: “Me bajaron los pantalones hasta media piername pasaron ese palo detector por adelante y por atrás, me sacaron la blusa, el sostén y todo” contaba, incomoda sólo al recordarlo.



El conflicto entre seguridad y Derechos Humanos es una constante que recorre nuestra realidad. Sin embargo, los detectores de metales y los perros que detectan drogas, se utilizan en los aeropuertos diariamente.

A nadie se le ocurriría ingresar su dedos o un objeto sobre el cuerpo desnudo de una turista. Entonces, ¿Por qué el cuerpo de las mujeres que visitan la cárcel puede ser tocado?

En 2014, Ana participó en un plantón junto al CDH, para reclamar por lo que describía como una acción abusiva. Fotógrafas, tuiteros y periodistas se solidarizaron con su dolor,  comprendiendo el asco que debe causar el ingreso de una mano desconocida en el cuerpo de una persona.

Hoy, en marzo de 2016, dos féminas aseguran ser víctimas de cateo íntimo  y presentan una denuncia ante la Fiscalía.




No existe un vacío legal para desaparecer esta asquerosa prácticaDos mujeres argentinas obtuvieron un fallo favorable, tras denunciar el cateo íntimo que sufrieron mientras visitaban a un familiar. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos determinó en 1996 que ellas vivieron una practica que lesiona la dignidad de las personas.

Debe controlarse el ingreso de armas y estupefacientes a la cárcel, sin caer en prácticas como las anteriormente descritas. En consecuencia, las autoridades están en la obligación de investigar esta y otras denuncias.

¿O acaso tenemos que aceptar que el cuerpo de las mujeres, sea de todos los que quieran posar allí un objeto, en aras del control, perturbando su intimidad?

martes, 8 de marzo de 2016

Es tan mujer la que aparece casi desnuda, como esa otra, que la reprime amargamente

El 8 de marzo, murieron quemadas, un grupo de mujeres en huelga.

Hoy, 159  años después, las mujeres vemos como los relatos sobre nosotras se suceden, cayendo en un torrente, casi de forma interminable.


Alguno considerará que la mujer es un don de la creación, otra que los hombres mantienen la violencia machista por todos lados y algunas que ya nadie debería llamarnos putas por lo que sea que hagamos.

Yo creo que, todos tenemos derecho a expresarnos libremente, lo que no podemos es, quizas, dejar de oir los reclamos femeninos que aparecen cada tanto ante nosotros.


El aborto, la desigualdad salarial, la violación y las muertes-Asunto que al estar vinculado a la delincuencia en algunos casos-afecta por igual los cuerpos de todos.




Es tan mujer la que aparece casi desnuda, mostrando su belleza en la portada de una revista, como aquella que amargamente, por exponer su piel contra el aire, la reprende.

No podríamos decir que existe una sola forma de ser mujer. Aunque estemos de acuerdo en que no se puede tolerar la violencia, contra nadie.

Asi que, tan puta, como santa, todas tenemos derecho a existir, expresar nuestras ideas y, especialmente, a llegar a cierto consenso en medio del disenso.


No es que los problemas que conciernen a las mujeres no preocupen. Es que hay que hablar mucho, debatir demasiado y no considerar ninguna idea prohibida, para empezar a comprender, quizás,  la crudeza, de una realidad muy frágil.